martes, 22 de mayo de 2007

Happy Feet

Mira que yo soy de Pixar a muerte, pero el año pasado la mejor peli de animación la dirigió George Miller. Cars, de Lasseter me pareció entretenida e impresionante visualmente, pero a la vez no hubo ningún personaje principal con el que conectase y el tema lo encontré menos universal y más yanqui de lo que me habría gustado.

A su vez, no soy precisamente un gran fan de Miller (como sí lo soy de Lasseter). No me apasiona Mad Max, no me maravillaron Las Brujas de Eastwick, mi madre adora El aceite de la vida, pero yo no la he visto entera... y sobre todo fui de los que se agarró sonoro cabreo cuando nominaron a los Oscars a Babe, aunque la segunda parte, más oscura, sí me gustó mucho.

Por eso no albergaba mucha esperanza para un musical sobre pingüinos... y el caso es que la peli me pareció redonda en muchos aspectos. La vi por primera vez a principios de año en inglés y lo primero que pensé fue que otro australiano (Luhrmann) había influido en Miller. No en vano, la primera voz que escuchamos es la de Nicole Kidman cantando un medley sobre el amor... Sí, amigos, la sombra de Moulin Rouge es alargada.

La animación dota de una expresividad a los pingüinos y demás animales de un realismo a años luz de lo que se pretendía con Babe, y la fusión con imágenes reales en algunas secuencias logra un conjunto de lo más auténtico.

La selección musical es estupenda y toca todos los palos, desde Elvis y Prince para los pingüinos adultos pasando por Hip Hop y ritmos más modernos para los jóvenes y con mambos y raps hispanos para los latinos. Todo aderezado con batukadas y percusión. Muy de hoy en día.

Además tiene tres secuencias de acción de quitar el hipo: la de la foca leopardo, la de las orcas y, sobre todo, la del alud. La cámara se mueve con absoluta libertad y es una gozada enterarte de todo lo que está sucediendo. Está claro que Miller sabe como usar la animación para crear planos imposibles y auténticas virguerías.

En cuanto a la temática, por muy forzada que esté, sigue siendo entrañable. Puede ser demasiado evidente, pero que se siga contando la historia del Patito Feo, con los mensajes "No importa ser diferente" o "El amor que recibes es proporcional al amor que das", y transformarla en una comedia musical de ritmo trepidante merece toda mi admiración. En Happy Feet, todo está llevado a lo hiperbólico, situaciones, sentimientos... Y precisamente es lo que la hace tan grande.


Cuando una película hace pensar a los pequeños, meditar a los mayores, arranca carcajadas, pone los pelos de gallina (o pingüino), fascina en sus persecuciones y te tiene moviendo los pies al ritmo todo el tiempo... es que ha superado con creces lo que al menos yo me esperaba de ella.

1 comentario:

nonasushi dijo...

Estoy de acuerdo en muchas cosas, pero no para que la dieran el oscar. Cars la da mil vueltas y se la come con patatitas... aun no se por que se quedaron con la estatuilla de oro.

Saludos