Hannibal Bronson
No tenía muchas expectativas puestas en ella. Después de El silencio de los corderos (peli redonda donde las haya) vinieron Hannibal y El Dragon Rojo, la primera exagerada y la segunda... aburridilla y oportunista.
Un retorno a los orígenes siempre puede ser un punto de partida para abordar una historia o un personaje desde una perspectiva diferente. Pero lo que no debería ser nunca es un vehículo para intentar justificar moralmente a un villano.
Todos nos imaginábamos que probablemente la infancia de Hannibal Lecter tuvo que ser complicada para acabar siendo el icono perverso que es. Pero, mira tu, que la cosa le viene porque unos bárbaros se desayunaron a su hermana pequeña. Años más tarde cuando ya es un buen mozo adolescente, con la cara y cuerpo del guapo de Gaspard Ulliel, decide vengarse a lo Charles Bronson, recorriendo toda Europa y parte del extranjero para dar caza y exterminar a los culpables.
Por el camino le da tiempo a conocer a su tía viuda y oriental, que le instruirá en las artes de los Samurais y de cocinar carrillera, habrá medio rollito con ella y le dará tiempo a estudiar medicina y trabajar en la morgue, de donde sacará todos sus conocimientos de anatomía (¿pero no era psicólogo?).
La peli incluye escena de entrenamiento con katana, con lo que, por lo que a mi respecta, podrían haberla titulado El último samurai caníbal, o Hannibal Begins. Además así nos desvelan también el posible origen de la máscara que empezó a llevar en la peli de Jonathan Demme, que, por supuesto, también es japonesa. Y yo que pensaba que era un simple accesorio del psiquiátrico para impedir que diese bocados a diestro y siniestro....
La peli por tanto se reduce a justificar por qué Hannibal es como es... con lo que habría molado que fuese malo porque sí, y la peli solo fuese una sucesión de muertes sangrientas mientras va cogiéndole el punto. La interpretación de Ulliel se reduce a poner cara de "soy malo y lo se" y Gong Li está muy guapa pero uno se pregunta (en serio) qué coño hace ahí.
Una y no más. Thomas Harris no me vuelve a tomar el pelo.
Un retorno a los orígenes siempre puede ser un punto de partida para abordar una historia o un personaje desde una perspectiva diferente. Pero lo que no debería ser nunca es un vehículo para intentar justificar moralmente a un villano.
Todos nos imaginábamos que probablemente la infancia de Hannibal Lecter tuvo que ser complicada para acabar siendo el icono perverso que es. Pero, mira tu, que la cosa le viene porque unos bárbaros se desayunaron a su hermana pequeña. Años más tarde cuando ya es un buen mozo adolescente, con la cara y cuerpo del guapo de Gaspard Ulliel, decide vengarse a lo Charles Bronson, recorriendo toda Europa y parte del extranjero para dar caza y exterminar a los culpables.
Por el camino le da tiempo a conocer a su tía viuda y oriental, que le instruirá en las artes de los Samurais y de cocinar carrillera, habrá medio rollito con ella y le dará tiempo a estudiar medicina y trabajar en la morgue, de donde sacará todos sus conocimientos de anatomía (¿pero no era psicólogo?).
La peli incluye escena de entrenamiento con katana, con lo que, por lo que a mi respecta, podrían haberla titulado El último samurai caníbal, o Hannibal Begins. Además así nos desvelan también el posible origen de la máscara que empezó a llevar en la peli de Jonathan Demme, que, por supuesto, también es japonesa. Y yo que pensaba que era un simple accesorio del psiquiátrico para impedir que diese bocados a diestro y siniestro....
La peli por tanto se reduce a justificar por qué Hannibal es como es... con lo que habría molado que fuese malo porque sí, y la peli solo fuese una sucesión de muertes sangrientas mientras va cogiéndole el punto. La interpretación de Ulliel se reduce a poner cara de "soy malo y lo se" y Gong Li está muy guapa pero uno se pregunta (en serio) qué coño hace ahí.
Una y no más. Thomas Harris no me vuelve a tomar el pelo.
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